jueves, 7 de octubre de 2010

"ANTECEDENTES HISTORICOS DEL PUEBLO Y DE LA CAPILLA, DESPUES PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR". -- INTRODUCCION --

                              Altar de la Parroquia Nuestra Señora del Pilar


" En tres tiempos se divide la vida, en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo, el futuro dudoso, el pasado cierto".
Lucio Anneo Séneca

"La historia debe escribirse con documentos en la mano
      y no copiando a los que 
antes la escribieron".
Hugo Wast
 


Dedicado:

A Da. María de Ocampo y Agüero, también llamada María Cabezas, quien fue la que donó la imagen de bulto de Nuestra Señora del Pilar y las tierras donde antiguamente estaba asentada la Capilla para su culto y devoción. Y este fue el principio de la historia y los primeros pasos de la actual Iglesia y localidad del Pilar, por todo lo cual Da. María Cabezas es hoy reconocida como la iniciadora de esta mentada y pujante Ciudad y por tal motivo una de sus calles la recuerda con su nombre.

Semanario Resumen 14-08-1992

Introducción

En las Primeras Jornadas de Historia del Partido del Pilar, celebradas el sábado 8 de septiembre del año 1990, tuve la oportunidad de presentar el trabajo "Basamento Histórico de la Capilla de Nuestra Señora del Pilar y del pueblo del mismo nombre", que fuera publicado un año más tarde. En esta reseña, limitada al tiempo exigido por el reglamento del evento, pude mencionar en tres capítulos el resultado de una investigación sostenida por más de 100 referencias documentales, donde no faltaron notas adicionales.

Nuevos hallazgos permitieron ampliar esa recopilación que damos a conocer por este medio en varios capítulos bajo el título "Partido del Pilar - Antecedentes Históricos del Pueblo y de la Capilla después Parroquia de Nuestra Señora del Pilar".

La devoción española a la Virgen del Pilar llegó a orillas del Plata en los comienzos del siglo XVIII. Tal veneración  se despertó aquí después de 1640 a raíz del milagro de Calanda.

La historia del Pilar nace por 1730, cuando un pequeño grupo de personas de inmensa fe católica decide construir una Capilla para adorar una imagen de bulto de Nuestra Señora del Pilar. 

Sin embargo el historiador R. P. Guillermo Furlong va más allá "Sobre lo que se llamaba “Luján abajo” unos hacendados y chacareros aragoneses determinaron construir en medio de sus campos una iglesia y dedicarla a Nuestra Señora del Pilar, entre los promotores o gestores de esta iniciativa se hallaban los gobernadores Alonso de Mercado y Villacorta y José Martínez de Salazar. En 1730 la iglesia era una realidad. La imagen que desde entonces se venero fue una representativa de Nuestra Señora del Pilar de 80 centímetros de altura, era de vestir y la cabellera caía sobre su espalda. A principios del siglo XIX se donó esta imagen a una capilla vecina y en su lugar se puso otra de dudosa advocación". 

En ese entonces ocurren determinadas situaciones protagonizadas por los pobladores del lugar, cuyas circunstancias han permanecido ignoradas hasta nuestros días.

Los hechos a los cuales nos referimos surgen de una serie de documentos que se conservaban en el archivo de la Parroquia y desaparecieron. El R. P. Silvio Braschi, párroco del Pilar desde 1920 hasta 1953, había logrado reunir y clasificar estos testimonios durante su gestión. A este sacerdote debemos las primeras noticias del pasado de la localidad, por él conocimos a María Cabezas, donante de la imagen y del predio donde se edificó la Capilla que dio esencia a un caserío, después a un pueblo y más luego a una gran ciudad.

                                              R. P. Silvio Braschi (1878-1963) 

Estos documentos son consecuencia de una serie de acontecimientos relacionados con la Capilla y su feligresía y fueron incorporados a un informe elevado el 9 de abril de 1750 al Cabildo de la Iglesia Catedral del Obispado de Buenos Aires por el mayordomo y patrón de la Capilla D. Juan Ponce de León. Otros papeles posteriores refieren a las gestiones realizadas en 1797 por los vecinos para el traslado del templo, obtención de limosnas, inventarios, etc.

En la portada de la carpeta donde aun se conservan estos testimonios se puede leer "Historia Civil y Eclesiástica del pueblo de Pilar 1580 - 1932" y adosada a su contratapa se encuentra una estampilla con la figura del sacerdote piamontés Don Juan Bosco, con la fecha de su beatificación 2 de junio de 1929.



Recordemos el primer antecedente conocido de la historia del Pilar: "En 1729, una vecina del lugar, María Cabezas, esposa de Francisco Gómez, quien poseía una imagen de la Virgen del Pilar, se propuso darle culto en una Capilla construida de ladrillos de adobe y techo de paja, cerca de la margen derecha del río Luján ...". El autor de esta descripción fue el Padre Braschi, quien se baso en los escritos que permanecían en el archivo de la Parroquia y lo divulgó en los hogares cristianos del Pilar por medio del órgano católico "Criterio", periódico de aparición quincenal que además se ocupaba de las noticias políticas, sociales y económicas del partido.

El Padre Braschi era natural de Mercato Saraceno, municipio de la provincia de Forli,Cesena, Italia, lugar donde regreso una vez jubilado y falleciera en 1963. Fue bautizado el 24 de mayo de 1878 con los nombres Damiano Domenico Silvio y era hijo de Giuseppe Braschi y de Carolina Farneti. 






Si pasamos lectura al libro "Reseña General Histórica, Geográfica y Económica del Partido del Pilar", editado en el año 1948 por el Instituto Agrario Argentino, veremos al pie de la página 51, que los datos fueron tomados del "archivo de la iglesia"; y al comienzo de la página 82, se advierte: "Esta recopilación de documentos antiguos y de gran valor para esta población fueron donados por el arquitecto señor Mario Buschiazo al R. P. de esta localidad Silvio Braschi".


Esta aseveración confirma que a mediados del siglo pasado y mientras duro el mandato del Padre Braschi al frente del Curato estos documentos se hallaban en el archivo de la Parroquia, como lo demuestra la fotografía del anaquel donde se conservaban libros y expedientes diversos a partir del año 1730.



En la década del 70, un vecino del Pilar, Dr. Gregorio Joaquín Ferrá, publica un folleto de siete carillas bajo el auspicio de la Comisión de Investigación Histórica de la Parroquia; luego lo hará por medio de la Municipalidad. Aborda dos temas: "Síntesis Histórica del Partido del Pilar" y "Don Lorenzo López, Vecino del Pilar".

Una copia de la primera foja de un expediente eclesiástico del año 1750 aparece en un nuevo opúsculo escrito por Ferrá. No lo menciona en la reseña presentada en las Primeras Jornadas de Historia del Partido del Pilar de 1990 y en 1999, lo transcribe parcialmente en el Manual de Historia de Pilar de su autoría, justificando la procedencia de éste y otros manuscritos originales de su archivo particular, el haberlos comprados en Perú.

Ya en 1995, en un reportaje para la publicación mensual "Pilar tu revista", había expresado "haberlos adquirido a un revendedor en Lima, Perú, quien los clasificaba y vendía localmente a los interesados". Del resultado de la conversación mantenida con Ferrá, el periodista agrega: "De esta manera tan peculiar llegan a su poder, quien los ha atesorado con la esperanza de poder transferirlos algún día a un museo pilarense que cuente con personería jurídica y de ésta manera ese patrimonio cultural de incalculable valor, quede asegurado para la consulta e investigación de las generaciones venideras".

En otra entrevista, esta vez con una periodista del Diario "La Nación", el Dr. Ferrá diría sobre el origen de estos papeles antiguos: "en 1973 con un dinero heredado de su padre adquirió a un recién llegado a la ciudad la documentación que fuera rematada en Lima, sede del Virreinato del Perú". El Dr. Ferrá se fue de este mundo sin haber incluido el contenido de estos documentos en su Manual de Historia de Pilar. Tiempo antes de su partida me permitió copiarlos, como si fuera un legado de un propósito incumplido encomendado a mi persona.

Queda de ahora en más restituir ese patrimonio histórico al lugar de donde nunca debió haber salido, la Iglesia, bajo el amparo y custodia de la Virgen del Pilar, su verdadera dueña y protectora, pues esos escritos hablan de su radicación y permanencia en este suelo, al cual le dio vida e identidad.

                                                                                   Aldo Abel Beliera

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                                            continúa capítulo I.-


martes, 5 de octubre de 2010

CAPITULO I ~ Las tierras donde se formó el pueblo viejo y el nuevo del Pilar, actual cabecera y ciudad del partido. Sus primeros poseedores: Antonio Bermúdez y Sebastián Bello. El Capitán Gerardo Pérez.

La colonización de lo que después se llamaría pago de "Luján abajo" comenzó en el año 1580, cuando Juan de Garay efectuó la división y posterior reparto de suertes de estancias en el valle de Corpus Christi, que por otro nombre se llamaba río de Luxan, entre aquellos que lo habían acompañado en la conquista.

Dos de los agraciados por estas adjudicaciones fueron Antonio Bermúdez y Sebastián Bello; al primero le tocó la suerte Nº 8 y al segundo la Nº 9. Estas estancias tenían su frente al río Luján y su fondo corría hacía el río de las Conchas, hoy Reconquista (1)

 
Carta Topográfica del Instituto Geográfico Militar, año 1958. Las lineas paralelas marcan las estancias repartidas por Juan de Garay en la banda sur del Rio de Lujan. En la suerte Nº 8 podemos ver la actual Ciudad del Pilar y en la suerte Nº 9 el lugar donde se hallaba el Pueblo Viejo. El Río Luján y al lado de las vías del ex FF.CC. Urquiza, "Los Cerrillos".

Antonio Bermúdez se convertiría así en el primer propietario de las tierras donde luego se formaría el pueblo nuevo del Pilar. De el sabemos que vino al Río de la Plata enrolado en la armada del adelantado Ortiz de Zárate; Tal circunstancia nos permite conocer, a través de las listas de pasajeros, algunas noticias curiosas acerca de su persona. En la primera de estas listas, la del 20 de enero de 1572, se lee lo siguiente: "Antón bermudez natural de la villa de Cuellar [Segovia - España], hijo de antonio bermudes de hedad de veynticuatro años mediano de cuerpo tiene una señal de herida debajo de el labio", y en la segunda, datada el 9 de octubre del mismo año, se reproduce el prontuario anterior, agregándose, además, un dato interesante sobre el estado civil del viajero, al partir de Sanlúcar de Barrameda: "Antonio Bermudez natural de la villa de Quella de edad de veinte é cuatro años de buen cuerpo una señal en la barba es soltero".
 
Sabido es que la travesía -tan similar a la descripta por Paul Groussac en páginas memorables- fue larga, monótona y penosa, debiendo padecer la tripulación, entre otras privaciones, el mal estado y la escasez de los víveres. Para nuestro biografiado, sin embargo, estas penurias y la nostalgia del terruño serían mitigadas, si no aventadas, por un sentimiento nuevo que iba ganando en forma incontrastable su corazón. Venía a bordo, en efecto, una moza llamada Inés de los Reyes, "natural de la villa de Escalona" [Toledo, España] -según reza el asiento-, de edad de veinte é cinco años de buen cuerpo los ojos garzos es soltera", y esta moza había logrado despertar el vivo interés del inmigrante, ayudándolo a sobrellevar, con el bálsamo del amor, las jornadas tediosas e interminables del cruce del océano.

Los primeros combates con los indios de San Gabriel fueron un rudo contraste para la pareja. Más allí, en compensación, tuvo el encuentro con Juan de Garay, que tan benéfica influencia tendría en el destino del chapetón.

Siete años después, el caudillo y el soldado regresaban juntos al estuario y fundaban la ciudad de la Trinidad. Y en ese fausto sábado 11 de junio de 1580, Garay escogía a Bermúdez para designarlo regidor de tercer voto, con lo que premiaba sus méritos y servicios y lo señalaba a la consideración pública como uno de los elementos más eficaces con que contaba la nueva población.

El electo no defraudo las esperanzas del jefe, y su actuación en el Cabildo porteño fue muy provechosa, iniciándose con dos hechos tan importantes para la colectividad como fueron la elección de las armas de la ciudad y la decisión de que fuera el funcionario más antiguo quien portase el estandarte el día de San Martín.

Posteriormente, D. Francisco de Vera, alguacil mayor de estas provincias, le confió la lugartenencia de Buenos Aires. A mediados de 1590, estando ausente Bermúdez- "a negocios tocantes a mi persona", según él dice-, el general Juan de Torres Navarrete lo había substituido con otro vecino. Entre el 10 de octubre y el 12 de noviembre del mismo año el viajero retorno a Buenos Aires y fue restituido a sus funciones por el teniente de gobernador Hernando de Mendoza. Ocurrió entonces una curiosa incidencia: el Cabildo aprobó su reincorporación, pero exigió que no tuviera voz ni voto en las sesiones, "si no muestra cédula particular del Rey Nuestro Señor". En tales condiciones, Bermúdez, alegando que la preeminencia estaba implícita en el nombramiento, se negó a ejercer el cargo y protestó por los perjuicios que se le irrogaban, estimándolos en la suma de 2.000 pesos. Ignoramos como termino el litigio, y sólo sabemos que en 1592 seguía siendo alguacil.

En 1593, 1598, y 1600 formó parte del Cabildo, y en 1604 y 1605 fue alcalde ordinario y de la Santa Hermandad, respectivamente. Por este tiempo, y más precisamente el 21 de abril de 1604, había afianzado en 2.000 ducados, en consorcio con el capitán Pedro de Izarra, al nuevo tesorero Cristóbal Pérez de Aróstegui. Esta garantía, como también otra que concedió al contador Hernando de Vargas, tuvo fatales consecuencias para él y tronchó bruscamente su carrera política.

Varios son los memorables suscriptos por Bermúdez en procura de mercedes para el vecindario, como varias son también las probanzas e informaciones en que intervino con igual propósito. Entre estas últimas, cabe señalar la investigación promovida en 1605 por un juez de la Real Audiencia de La Plata sobre el cumplimiento de los permisos de exportación, y otra realizada en 1606 para establecer el estado de miseria en que se hallaba la población y la necesidad de que fuera socorrida con algunos beneficios.

De su actuación privada consignaremos estos episodios que ayudan a configurar su biografía: el 30 de noviembre de 1592 declaró en la información de servicios del arcediano D. Martín del Barco Centenera; el 1º de noviembre del mismo año, en compañía del teniente de gobernador Francisco de Salas, el depositario Diego de Trigueros, y el capitán Ruy Díaz de Guzmán, instituyó en la iglesia de San Francisco la cofradía de la Limpia Concepción; el 13 de junio de 1602 entregó 4 pesos para contribuir a la canonización de San Isidro de Madrid; en 1603, en el reparto de las licencias de exportación, le dieron acordadas 36 fanegas de harina, 11 quintales de cecina y 11 arrobas de sebo; el 7 de marzo de 1603 pidió al teniente D. Pedro Luis de Cabrera que hiciera efectiva la orden del gobernador Hernandarias sobre el rescate de "todas las piecas de mi encomienda del cacique Yosembes"; en octubre de 1607 se suscribió con 6 pesos anuales, por sí y su casa, en la colecta destinada al barbero y espadero Jerónimo de Miranda; y en abril de 1609 obtuvo autorización para matar 90 reses anuales de ganado cimarrón.

De su matrimonio con la antigua compañera de viaje -que algunas veces aparece con el nombre de Inés Joanes de Castilla en vez de Inés de los Reyes-, había tenido una hija llamada Mariana Bermúdez, la cual se casó en primeras nupcias con Pedro Vicente y procreó un niño que recibió el nombre y apellido del padre, y una niña que fue conocida como Inés de los Reyes o Inés Bermúdez, la cual, andando en el tiempo, sería la nieta predilecta y la heredera universal del repoblador. Falleció Vicente, y sus suegros, a causa de su pobreza, costearon el entierro. Luego Mariana Bermúdez contrajo nuevas nupcias con Gonzalo de Acosta, y para que pudiera sustentar las cargas del matrimonio, sus padres tuvieron que dotarla en 1.520 pesos. De este enlace nació Luciana de Acosta, futura esposa de Gonzalo Alvarez, la cual no obstante su tierna edad, no logró desplazar a su hermanastra en el afecto del abuelo.

Había recibido éste, en el primer reparto de campos, una chacra en el "Gran Paraná" (cerca de la actual estación Belgrano del ex Ferrocarril Mitre), y una estancia en la "otra vanda del Riachuelo" (hoy partido de la Matanza). Su primera encomienda de indios fue la del cacique Caespen, de nación Yoto Serebes. En cuanto a sus primeros predios urbanos fueron, posiblemente, el solar y la cuadra inscriptos a su nombre en el plano municipal atribuido al año 1583, correspondiendo el terreno a la esquina de Moreno y Bolívar, y la manzana al cuadrilátero comprendido por las calles Alsina, Tacuarí, Hipólito Yrigoyen y Piedras.

Hay constancia de que la morada de Bermúdez confinaba con el templo de San Francisco y estaba ubicada en la calle conocida a la sazón con el nombre del Fuerte. Allí en la noche del 14 de mayo de 1610, teniendo 62 años de edad aproximadamente, expiró el antiguo conquistador, bajo disposición testamentaria en que, como se dijo, instituía heredera universal a su nieta Inés.

Al día siguiente, con asistencia del alcalde Víctor Casco de Mendoza, del escribano Cristóbal Remon y del albacea testamentario Gonzalo de Acosta, se efectuó el inventario de sus bienes. Los inmuebles denunciados en tal acto fueron los siguientes: la casa de su vivienda; un solar enfrente de la misma; una huerta; una estancia en el "Río Luján"; la cuadra y el solar adjudicados por Garay; y una chacra en el pago del Río de las Conchas, a 5 leguas de la ciudad, en la que había un rancho, una tahona, dos yuntas de bueyes, treinta vacunos, ochenta ovejas, veinte caballos, y cincuenta fanegas de semillas de trigo. También se registraron entonces estos objetos y vestidos: un cofre con cerradura que servía de mesa; otro, que servía de despensa; un catre viejo, un pabellón del Tucumán, muy destruido; dos colchones; dos sábanas; seis sillas; un bufete; un calzón y ropillas de terciopelo negro; un ferreruelo de gorguerán negro; una capa de paño negro; una escopeta; un mosquete; una espada; una cota; una lanza; una montura; un par de espuelas; una cadena de hierro; y unos tiros y pretina, con adornos de plata, que el difunto había empeñado para solventar alguna necesidad imperiosa. Se hizo constar en ese acto, que la casa, la chacra y otros bienes estaban embargados a consecuencia de la garantía que concediera Bermúdez al tesorero Pérez de Aróstegui y al contador Hernando de Vargas.

Así con el dolor de ver comprometido su caudal, y obligado por la necesidad a empeñar algunas prendas de su uso, murió este ilustre repoblador de Buenos Aires. En esa época aciaga de su vida, cuando la desgracia se encarnizaba con él, su único consuelo debió ser la pequeña nieta que, además del nombre, heredara acaso los ojos azules y el amor entrañable de la abuela (2).

Inés de los Reyes Bermúdez contraería enlace el 11 de diciembre de 1613 (Iglesia Catedral, Libro 1 de Matrimonios, folio 62v.) con Luis Cordovés, natural de Tembleque, provincia de Toledo, España, heredero y vendedor de la estancia de Luján a Cristóbal de Melo, su poseedor en 1645. Tierras éstas, como mencionamos al principio, situadas donde hoy se encuentra la ciudad del Pilar y barrios adyacentes (3).

El pueblo viejo del Pilar se hallaba comprendido en la suerte de Sebastián Bello, de quien no se tienen noticias de haberlas poblado. En 1645 su poseedor era Gonzalo León de Villoldo y Minaya, esposo de Juana María Gómez de Sanabria, recibidas en dote de su suegro Antonio González de Acosta, casado con María Gómez de Sanabria (4).

Muy poco es lo que podemos informar sobre la vida de Sebastián Bello y de su estadía en estas tierras, conocido también por el apellido Velho. Nacido en 1556 en Coimbra, Portugal. Expedicionario de Ortiz de Zárate, en cuya oportunidad declara dieciséis años al tiempo de embarcarse. Vecino fundador de Buenos Aires en 1580, recibe solar, estancia y la encomienda del cacique "Dulcebes Caltís" y los indios a él sujetos. En la información sobre el cumplimiento de las capitulaciones de los adelantados Ortiz de Zárate y de Vera y Aragón, realizada en Santa Fe el 1º de febrero de 1583, declaró que acompañó a Garay a la fundación de Buenos Aires donde "le ayudó a poblar y es vecino de ella" y su edad, entonces, era de veinticuatro años. En un plano de 1583 - 1584 figura como Esteban Vello (5).

Copia partida matrimonio de Francisco Gómez con María Cabezas 

A partir del siglo XVIII, diversas transferencias derivadas de sucesiones y ventas, convirtieron en varias fracciones las suertes de estancia otorgadas a Bermúdez y Bello, pasando una parte a manos de Francisco Gómez de Saravia, quien había contraído enlace el 10 de febrero de 1687 en la iglesia Catedral de Buenos Aires (6) con María de Ocampo y Agüero o Cabezas, oleada y bautizada de 1 año y medio de edad en la misma Iglesia el 9 de junio de 1668 (7), hija legítima de Simón Cabezas y de Juana Sánchez de Agüero y Medrano Ocampo y nieta paterna de Pedro Cabezas y de la india Ana del Corro (8).

Copias de las partidas de bautismo de María Cabezas y de Francisco Gómez

Este Francisco Gómez, había sido bautizado el 31 de octubre de 1661 en la Catedral porteña (9) y era hijo legítimo de Garci Gómez de Saravia, llamado también García Doctor o Doctor de la Puerta o García Gómez de Sanabria, natural de Santa Cruz de la Sierra, y Mariana de los Reyes Bermúdez o Cordovés; nieto paterno de Garci Pérez Doctor y de María de Sanabria y nieto materno de Luis Cordovés y de Inés de los Reyes Bermúdez (10) 

Es interesante destacar que las tierras ocupadas hoy por la ciudad cabecera del partido del Pilar, pertenecieron desde comienzos del siglo XVIII al Capitán Gerardo Pérez por compra efectuada a Pablo Barragán y sus herederos, quienes las habían recibido por legado testamentario de su abuela Da. Ana de Caballero. Estas tierras tenían un frente de 1.550 varas al río Luján por legua y media de fondo hacía el río de Las Conchas, hoy Reconquista, sus linderos eran D. Francisco Gómez de Saravia y D. Francisco Pérez, suegro y hermano del comprador (11).

El capitán Gerardo Pérez fue oleado el 7 de septiembre de 1689, de 1 año, menos 10 días, sic (12), hijo de D. Diego Pérez de Solís y Mendoza y de Da. María de la Rosa Lima o Gil, casó con Da. María Gómez de Saravia, hija de D. Francisco Gómez de Saravia y de Da. María de Ocampo y Agüero o Cabezas, procreando seis hijos conocidos que fueron:

-Gerardo Pérez de la Rosa, quien casó con Isabel de Melo, hija de Juan de Melo Cabral y de Mariana Gómez de Saravia. Con sucesión.


-Otro Gerardo Pérez "El Mozo", contrajo matrimonio con Francisca Gutiérrez de Paz, hija del capitán Diego Antonio Gutiérrez de Paz y de Petrona de Velasco y Benavídez. Con sucesión.

-Tiburcio Pérez, esposo de Josefa Gómez de Sosa, hija del Capitán Esteban Gómez de Sosa. Con sucesión.


-José Pérez, caso en primeras nupcias con María Josefa López, hija de Juan López y de María Cordovés. Viudo caso por segunda vez con Francisca Catalina Rodríguez Flores. De ambos connubios tuvo sucesión.


-Petrona Pérez, mujer que fue de Bartolomé Gutiérrez de Paz, hija del capitán Diego Antonio Gutiérrez de Paz y de Petrona Velasco y Benavídez. Con sucesión.

-Tomás Pérez, contrajo matrimonio en Soriano, R. O. Uruguay, con María Domínguez, hija natural del maestre de campo D. Manuel Domínguez. Con sucesión.


Gerardo Pérez hizo testamento el 28 de agosto de 1763 ante el Alcalde Ordinario de la Villa de Luján D. Joaquín Cabot y Montaner. En este legado describe así su estancia del Pilar:

"...allí tenía un rancho de adobe cubierto de paja compuesto de dos cuartos medianos, una cuadra de tierra zanjeada y dentro de ella un monte de duraznos, en el costado del poniente 26 sauces y al frente un ombú".

Señala luego sus bienes muebles y semovientes:

"...cien vacas más o menos y cinco bueyes, más o menos cuatrocientas yeguas entre ellas cinco manadas de retajos (suman entre 80 y 100 potros) y cinco pollinos, cien burras y diez o doce mulitas que ha de la cría [...], un nicho con una imagen de Nuestra Señora de la Concepción y otro bulto de San José...". Además de hacer producir a su atahona, el objeto de su explotación ganadera era la cría de mulas (13).


Bibliografía, documentación consultada y notas:

Consultar.

 
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                                                                                            continúa capítulo II.-


jueves, 30 de septiembre de 2010

CAPITULO II ~ El lugar del milagro. La Guardia antigua. El Fuerte y Los Cerrillos del Pilar.

Un acontecimiento religioso de trascendencia del cual se tiene conocimiento dentro del territorio de lo que hoy constituye el partido del Pilar, fue el acaecido en el año 1630 en la estancia de D. Diego Rosendo de Trigueros en las proximidades del río Luján, cuando sucedió el milagro de las carretas que trasladaban entre otras cosas dos imágenes de bulto.

Una de las carretas que transportaban las imágenes quedo detenida y sin querer andar por obra de una fuerza misteriosa contra la que nada pudieron las dos yuntas de bueyes que la arrastraban. Se bajaron las vírgenes y la carreta anduvo; se volvieron a subir las imágenes y la carreta de nuevo quedó inmovilizada, intentaron probar dejando una y la carreta pudo andar.

El primer relato sobre el milagro pertenece al R. P. Pedro Nolasco de Santamaría y fue escrito en 1737. En su relación, adaptada a escritura moderna, cuenta este Sacerdote: "certifico haber oído al difunto mi padre, a mi bisabuela y a otras personas del pago" [...] "un portugués, vecino de Córdoba, que fundó la hacienda de Sumampa, pidió a un paisano suyo le trajese del Brasil una pequeña imagen de la Concepción, para colocar en una Capilla, que estaba fabricando en dicha su hacienda; y que con este encargue le remitieron a un mismo tiempo dos; las cuales encajonadas cargó en su carretón".

                         Nuestra Señora de Sumampa                       Virgen de Luján en su contextura original


El viaje desde el puerto de Buenos Aires se cumplió sin tropiezos hasta el río Luján, cerca del cual hizo noche el portugués dueño de las Imágenes. El lugar elegido fue la estancia de otro portugués "un paisano suyo llamado fulano Rosendo".

"Queriendo proseguir su viaje, uncidos los bueyes por la mañana, no pudieron mover dicho carretón; por cuya causa lo volvieron a descargar, y entonces se movieron los bueyes sin ninguna dificultad; y admirados todos de este prodigio le preguntaron qué llevaba en la carga, que allí se había descargado, que pudiera servir de impedimento a su viaje; y él respondió que no llevaba cosa de impedimento, antes sí dos Imágenes para darle culto; y determinaron se embarcasen en el carretón los dos cajoncillos de las Imágenes; e hiciesen caminar el carretón; y se hallaron con el impedimento primero, a que empezó a exclamar el devoto portugués a la Virgen Santísima que bien sabía el efecto, para que la llevaba, que era para colocarla en la capilla que en su nombre tenía fabricada; y persuadiéndole a que sacase él un cajón y dejase el otro, probaron a que caminase el carretón, y no se pudo mover de su lugar; volvieron a hacer la diligencia de sacar el cajón, que había quedado y cargar el que habían bajado; y entonces se movió dicho carretón, sin impedimento alguno, quedando el dueño muy contento con la Imagen que se llevó, dejando la otra en el paraje, donde le mostraba quererse quedar".






En ese paraje, hoy localidad de Villa Rosa, Pilar, quedaría por muchos años una de estas réplicas entronizada en una ermita bajo la custodia de un humilde negro esclavo llamado Manuel, donde acudían los lugareños a ofrendar su devoción.

Según la historia de la virgen de Luján, permaneció allí hasta 1671, año en que la santa imagen fue adquirida por Da. Ana de Matos, quien la trasladó a su vivienda sita en el actual pueblo de Luján. Del traspaso de la virgen de la Purísima Concepción, llamada así en esos tiempos, tenemos el testimonio del R. P. Felipe José Maqueda "... como el trecho era largo, no menos de cinco leguas españolas, no fue posible llegasen los de la procesión el mismo día, por lo que entrada la noche todos hicieron estación en la Guardia Antigua que estaba en tierras de Pedro Rodríguez Flores" [...] "al salir el sol, se prosiguió la marcha con soldados de la guardia hasta llegar a la casa de la expresada señora" (12).

  
En efecto los feligreses tomaron el camino real o viejo y la caravana se detuvo en la guardia, que se hallaba instalada en la zona donde posteriormente se formaría un reducido caserío conocido como "Pilar Viejo". Ubiquemos hoy la guardia en el Km. 57 de la ruta 8 y el acceso Panamericano como una referencia adicional (13).
 
En el año 1663 el gobernador José Martínez de Salazar había mandado cerrar este paso fronterizo, motivo que llevó a muchos investigadores confundirlo con el existente en el Paso de las Carretas (14), cercano al camino nuevo, actual ruta 7, y próximo al lugar donde años más tarde se levantaría la villa de Luján. Sin embargo, los hechos demuestran que este sendero antiguo seguía siendo utilizado para comunicarse con otros pueblos de la campaña de Buenos Aires y de las provincias de Santa Fe y Córdoba.

La orden de cerrar definitivamente el camino viejo y disponer que todo tráfico al norte transitara por el camino nuevo tenía por objeto un mejor control de las rutas y vigilancia del contrabando. La disposición contenía como advertencia la aplicación de severas penas aduaneras ante su incumplimiento, pero la orden fue desobedecida principalmente por los mercaderes de contrabando.

El puente que permitía cruzar el río Luján también era paso obligado de aquellos pobladores que tenían sus estancias en la vecindad y la explicación de construir años después el Fuerte de la Concepción a escasos quinientos metros de la otra banda del río Luján, reafirma aun más la suposición de que el tránsito por este acceso no fue interrumpido y de haberlo sido fue momentáneo.

Algunos escritores aseguran que los soldados que custodiaban la guardia eran aragoneses, no tenemos noticias de ellos pero es muy posible que esta presunción sea cierta, pues algunos de los habitantes radicados en el Pilar Viejo eran naturales de esa región española. El descubrimiento de la Guardia Antigua descarta la teoría de quienes afirman que estas personas provenían del Fuerte de la Concepción, cuya construcción se frustró después de haberse levantado los montículos de tierra para dar comienzo a esa fortaleza.


La obra del emplazamiento del fuerte se inició después del mes de noviembre de 1671, luego de que el gobernador Martínez de Salazar, veterano de las guerras europeas, reconociera, eligiera el sitio y dispusiera trazar las líneas y abrir las zanjas, dando así principio a cavar y sacar tierra de los fosos con quinientos indios guaraníes de las doctrinas del Paraná y Uruguay que se hallaban a cargo de los Padres de la Compañía de Jesús. Cuatro meses de comenzados los trabajos estos fueron interrumpidos y no hay constancias de su continuación.

Un año después, el 8 de diciembre de 1672, Salazar preocupado por las constantes invasiones de los indígenas que atacaban, mataban y robaban a los pobladores españoles radicados en la campaña, enviaba al rey de España un informe sobre la conveniencia de construir un fuerte en ese paraje para defensa y seguridad, además entendía que el sitio elegido era un punto estratégico para impedir que los indios pampas y otra cualquier invasión enemiga cruzaran el río Luján y avanzaran hacia el puerto de Buenos Aires.

En efecto el maestre de campo Martínez de Salazar previniendo un posible ataque y ocupación de la ciudad de Buenos Aires por fuerzas extranjeras y por lo tanto evitar a toda costa que el atacante pueda obtener recursos de la zona del interior y tomar contacto con los indios “pampas y serranos”, quienes con tal de causar daño a los españoles no titubearían en suspender sus conflictos y aliarse al enemigo extranjero, estima necesario organizar la defensa en líneas interiores, para lo cual aprecia con acierto que el punto estratégico más adecuado se encuentra en la margen izquierda del río Luján, en proximidad del camino a Córdoba del Tucumán, donde podía recibir refuerzos así como de Santa Fe y Paraguay. Por tanto el río representaría un importante obstáculo para el avance y penetración del invasor, dificultaría su contacto con los indios hostiles a los españoles, así como el paso del ganado de toda clase que los hombres de Salazar procederían a reunir, concentrándolo en el “rincón o ensenada que forma la tierra con el Paraná de más de 8 o 10 leguas”, mientras que la fortificación, además de contener al invasor extranjero aprovechando el obstáculo del río, contribuiría al rechazo de los indios serranos procedentes del oeste, impidiéndoles el enlace con los invasores.

 
 Evidentemente, el fuerte del Pilar, armado y guarnecido en regla, debía constituir una barrera segura contra cualquier invasor que procedente de Buenos Aires, tratara de forzar el paso, y mientras cerrase el camino a todo abastecimiento de víveres, tal ejército se vería enfrentado a múltiples dificultades para subsistir, viéndose obligado a reembarcarse en término perentorio.

Es menester tener en cuenta que esto ocurre en el año 1671, vale decir, en un momento en que no existía núcleo de población alguno en ese sitio, ya que las primeras referencias a la ubicación de la primitiva población del Pilar, corresponden a principios del siglo XVIII. Además, Martínez de Salazar titula su proyecto: “Plactica y Dispossición para hacer el fuerte de Santa María de la Concepción del Río de Luxán, diez leguas del Puerto de Buenos Ayres para los efectos que se contienen en el discurso antecedente”. Vemos, por consiguiente, que no existe coincidencia en el nombre de la Virgen a la cual están consagrados, respectivamente, el fuerte y la capilla, tan inmediatos entre si especialmente, pero entre el origen de los cuales media, evidentemente, un intervalo temporal bastante importante.

El haber creído en la contemporaneidad del fuerte y la capilla o población indujo a pensar en una equivocada concepción estratégica en cuanto a la ubicación del fuerte, dado que entre la población y el fuerte se encontraba el río, con lo cual el obstáculo representado por el curso de agua hubiera sido una traba más para el defensor que para el atacante.

Salazar para llevar a cabo la obra señala que se necesitarían 150 indios efectivos por el tiempo de duración de los trabajos, cuyo plazo considera de un año, y luego con menos indios se mejoraría y perfeccionaría. Pensaba obtener estos indios maloqueándolos de y sacándolos de las Pampas , puesto que nunca habían podido ser reducidos, ni adoctrinados, ni reunidos en pueblos, destacando que su manutención implicaría poco gasto dada la abundancia de ganado, su principal alimento. Los indios se repartirían en 5 escuadras de 30 cada una, a cargo de un “reformado” y 4 soldados encargados de su asistencia y distribución de comida y trabajo. Cada uno de estos cuerpos tendría a su cargo una cortina, y un baluarte con un tapial y los bueyes necesarios para el acarreo de tierra de las tapias y transportar la del foso a los terraplenes con lo cual se trabajaría simultáneamente en la fortificación por cinco partes distintas (15).

El ancho del foso sería de 45 o 50 pies (unos 12,5 o 14 m.), 15 pies de profundidad (unos 4,20 m.), y la cuneta central del foso, 10 pies de ancho y 10 de profundidad (unos 2,80 por 2,80 m., respectivamente, considerando el antiguo pie de Castilla de 28 cm., más o menos). La falsabraga o muro bajo edificado delante del principal, tendría un ancho desde el pie de la muralla al de la banqueta del parapeto, de 15 pies (4,20 m.), la banqueta 3 pies (unos 85 cm.) por pie y medio (0,42 cm.) de alto; ancho y alto del parapeto, 5 pies (1,40 m.), etc. El grosor de la muralla sería de 30 pies (unos 8,40 m.) por 15 de alto (4,20 m.). Los cuarteles, cuerpo de guardia y almacenes se harían arrimados a la muralla interior (15).

  
En consecuencia, el fuerte contaría con cinco baluartes, cada uno con dos o tres troneras para la artillería en cada uno de los fuertes, y otra en cada través. Se necesitarían un maestro herrero, un maestro y dos oficiales de albañilería, dos maestros y dos oficiales carpinteros, para las distintas obras del fuerte, que Martínez de Salazar sugiere sean enviados de España, comprendidos entre los soldados de dotación, dado que los que existen en Lima y Chile son muy difíciles de traer y además pretenden ganar cinco pesos los maestros y tres los oficiales “mientras que si se trata de soldados con algo que se agregue a sus sueldos trabajarían gustosos y serán efectivos como la experiencia lo ha mostrado en las obras que han hecho”.En cuanto a herramientas, señala que se necesitarán 500 azadas, 500 palas y 250 picarañas (15).

A los fines de reforzar la guarnición de Buenos Aires, Martínez de Salazar procedió a hacer bajar de las misiones del Paraná y del Uruguay, además de cierto número de españoles, a 500 indios guaraníes para emplearlos en operaciones bélicas por su probada lealtad y aptitudes guerreras. Es de presumir que la presencia de tan grande número de indios en la ciudad debía crear ciertos problemas al gobernador, teniendo en cuenta la escasa cantidad de personas de sangre más o menos europea, por tanto para no tenerlos inactivos y de acuerdo con sus planes resuelve iniciar directamente las obras de construcción del fuerte, utilizando la mano de obra proporcionada por estos indios.

Los trabajos tuvieron una duración de cuatro meses al cabo de los cuales debido a su precaria salud, el gobernador solicita autorización para retornar a España y en consecuencia, propone a la reina que el sucesor designado siguiera los trabajos. Pasa el tiempo y la construcción no se realiza, pero quedaron como vestigio cinco montículos, eran los restos de las excavaciones y del levantamiento de los terraplenes, hoy desaparecidos por haberse utilizado la tosca hace años atrás para la construcción del country de Javier Bargalló.

De este fuerte hay bastante documentación. Pedro de Lozano, religioso de la Compañía de Jesús, escribía por 1750 "... que los 500 soldados traídos por Salazar y acuartelados el río de Luján, a distancia de diez leguas del Puerto, se mantuvieron los dos últimos meses de 1671 y los dos primeros del siguiente, asegurando aquellos parajes contra las avenidas de los bárbaros, que viendo penetrados sus designios se retiraron al asilo de sus tierras y cesó el común peligro por la tierra como por agua..." (16).

Félix de Azara también habla del fuerte y cuenta haber visitado esta ciudadela en Pilar. Así se expresa: "Eligieron el sitio, llamado hoy los Cerrillos; y construyeron el Fuerte de tapias con su foso, cuyas ruinas yo he visto" (17).

Este lugar es conocido por el nombre "Los Cerrillos del Pilar", se encuentra muy próximo a la ruta 8 (Km. 61) y al acceso que conduce a la localidad de Manzanares. Los rieles del  Ferrocarril General Urquiza dividen por su parte media el sitio donde se pensaba construir el fuerte; los montículos, denominados “Cerrillos”  A, B y C, antes de su destrucción, quedaron hacia el Norte y los D y E hacia el Sur (ver plano). A corta distancia discurre el río Luján, sobre cuya margen izquierda y a unos 250 metros del puente ferroviario del Ferrocarril Urquiza se hallaban los cinco cerrillos del proyectado fuerte.



En los años 1968 y 1969, alumnos del Seminario de Arqueología Americana y de otras áreas técnicas de investigación, dirigidos por el Suboficial Mayor (R. E.) Osvaldo Chiri, Licenciado en Ciencias Antropológicas, apoyado por otros profesores colegas y ayudantes de cátedra, realizaron excavaciones en el lugar encontrando algunos fragmentos de huesos de animales, seguramente vacunos, algunos con huellas de trozado que sin duda eran residuos de alimento de los trabajadores y tiestos de cerámica indígena y Talavera de la Reina del siglo XVI, de evidente manufactura europea. Otros restos óseos hallados correspondían a equinos y algunos dientes atribuibles a perros. Este último hallazgo fue muy importante puesto que con anterioridad a la llegada de los españoles no existían perros indígenas en esta zona del país, de manera que todo resto de este tipo implica categóricamente un asentamiento parahispánico o posthispánico, como lo determinan también los restos de vacunos o equinos (18).
 



   

En 1969 el montículo ”A” había sido prácticamente demolido dejando solamente el núcleo con las raíces de un ombú en la cima, ahondándose unos 3 metros con relación a la superficie del terreno. Las topadoras no tuvieron piedad y sigueron arrasando los demás montículos, destruyendo de esta forma un monumento histórico; una reliquia de nuestro pasado colonial, cinco cerros testigos del nacimiento del pueblo nuevo y viejo del Pilar que habían permanecido durante 300 años y fueron borrados en un momento de su historia.

     
Bibliografía, documentación consultada y notas.

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                                                                            continúa capítulo III.-

miércoles, 29 de septiembre de 2010

CAPITULO III ~ Los primeros pobladores.

Las primitivas familias se hallaban dispersas por todo el territorio del Pago de Luján y se dedicaban al desarrollo de actividades ganaderas. Una de las primeras concentraciones humanas de significación fue la formada en torno a la Capilla de Nuestra Señora de Luján, La donación original de tierras para la erección del pueblo data de 1682 (1).

En el padrón de 1726 no es mucho lo que se encuentra más allá del santuario de Luján (18) y recién en el censo de 1744 se puede advertir la presencia de un núcleo poblacional más consolidado, cuyo proceso de concentración alrededor del templo obedeció a la necesidad de protección y defensa de las incursiones indígenas desatadas a partir de 1730 (2).

Las tierras que hoy constituyen el partido del Pilar, formaron desde sus orígenes parte del pago de Luján, es decir la vasta extensión regada por el río del mismo nombre y sus afluentes. Desde el 23 de octubre de 1730 pasaron a integrar el distrito del Curato de Luján, erigido en esa fecha por auto del Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires sede vacante, documento en el que se declaró Iglesia propia del mismo Curato la Capilla del Nuestra Señora de Luján en el pueblo de igual designación.

En el censo de 1726 no hay noticias sobre la existencia de un "oratorio o capilla" en el lugar y sólo se mencionan las estancias y sus propietarios, siendo sus edades imprecisas en muchos de los casos.

El Capitán Bernardo Muñoz de la Rosa fue el encargado de censar a los vecinos del Pago de Luján. De las familias por él asentadas en el padrón el día 29 de septiembre de 1726, tomamos nota de aquellas afincadas en el radio de nuestro estudio, entre las cuales figura Da. María Cabezas, ya viuda de Francisco Gómez de Saravia:

"Estancia del Alférez Gerardo Pérez y su mujer Da. María Gómez, tiene seis hijos; Gerardo Pérez de 14 años de edad, Gerardo de 12, Tiburcio de 10, los demás pequeños.

Estancia de Da. María Gómez [Cabezas], viuda, tiene en su compañía a su hijo Francisco Gómez y su mujer Da. María León, con ocho hijos; Juan Antonio de 15 años, Frutos de 14, Bernardo de 13, los demás pequeños.

En dicha compañía Juan de Melo, su yerno, y su mujer Da. Mariana Gómez; tiene un hijo llamado Francisco, de 12 años.

En dicha compañía Francisco de Acuña y su mujer Francisca Arias, tiene dos hijas y son todos de Córdoba y hace 8 años que están en esta jurisdicción.

Estancia de Da. María Gil, viuda, y en su compañía su hijo Francisco Pérez, de 36 años, y un nieto llamado Raimundo, de 12.

En dicha compañía Lucas Pérez y su mujer Da. María Palacios, tienen tres hijos pequeños.

Estancia de Antonio Gómez, su mujer Da. Juana Gómez, tiene ocho hijos, Antonio de 20 años, Pascual de 19 y los otros pequeños.

Estancia de Sabina Gómez, viuda, tiene tres hijos, dos casados y uno soltero llamado Carlos de 18 años.

En dicha compañía Bernardo Seco, su hijo y su mujer Lorenza Alvarez, tiene tres hijos pequeños.

Estancia del Sargento Andrés Gómez, su mujer Da. Luisa de Melo, tiene siete hijos, cinco varones, Bernardo de 13 años y los demás pequeños.

Estancia del Capitán Lorenzo de Melo y su mujer Da. María Valdivia, un hijo llamado Martín de 20 años.

Estancia del Capitán Diego de Melo y su mujer Da. Magdalena de Saravia, tiene tres hijos muy pequeños.

Estancia de Francisco [García] González y su mujer Da. Ana de Medina, tiene una hija. En su compañía su suegra Da. Gabriela Gómez, viuda.

Estancia de Juan Vallejos, su mujer Francisca Burgueño, tiene siete hijos pequeños.

Estancia de Juan de la Cruz y su mujer Rosa Vallejos, tiene dos hijos pequeños.

Estancia de Francisco Ramos y su mujer Da. Francisca Vallejos.

Estancia del Capitán Diego Ramos y su mujer Da. Ana Vallejos, tiene cinco hijos, todos pequeños”.

Estancia del capitán Juan Celis de Quiroga y su mujer Doña Juana Arias de Mansilla, tiene ocho hijos, cuatro varones, Silverio Celis de 20 años y Marcos de 13, los demás pequeños.

El día 30 de ese mes se prosiguió el relevamiento y se empadronó en su estancia a Juan Ponce [de León], su mujer Da. Francisca Gómez [de Saravia] y seis hijos; Juan Oberto de 15 años, Cristóbal de 12 y los demás pequeños (3).

Sigue la lista de pobladores (4).


Un centro aglutinante de población, si bien de escasas proporciones, fue el constituido en 1744 en la Guardia Vieja e inmediaciones de la Capilla de Nuestra Señora del Pilar, que en ese año reúne a un reducido grupo de personas que apenas superaba la veintena (5).


Este documento es de vital importancia para determinar las poblaciones y sus poseedores, tanto propietarios como arrendatarios de las tierras que en su momento constituyeron la villa y Capilla del Pilar viejo; como así también la estancia de "la virgen" y las parcelas donde años más tarde se formaría el pueblo nuevo del Pilar.

La relación que hace el padrón de 1744, de las familias establecidas en la Capilla de Nuestra Señora del Pilar en su contorno es la siguiente:

"...Casa de Manuel Pinazo, montañés de 30 años, casado con Polonia Amarillo de 28 años de edad. Tienen hijos y se llaman José Gregorio de 5 años, Eusebio de 6 meses y María Martina de 1 año. Tiene un negro esclavo llamado Francisco de 24 años, casado con Melchora, india de 20 años. Está en tierras de la virgen y se mantiene con pulpería.

Casa de Juan Correa de 34 años de edad, casado con Juana Gómez, de 20 años. Tiene hijos y se llaman Leonardo de 4 años y María de 4 meses. Está en tierras propias inmediato a la Capilla de la virgen del Pilar.

Casa de Antonio Pereyra, portugués de 35 años de edad, casado con Francisca González de 40 años. Se mantiene de sus conchavos y está inmediato a la Capilla de Nuestra Señora del Pilar.

Casa de José García de 30 años de edad, casado con María de Melo de 20 años. Tiene una hija llamada Pascuala de 5 meses. Está en tierras de la virgen del Pilar.

Casa de Francisco de la Marca de Mesina, dijo era natural de 38 años de edad, casado con Antonia Gómez de 18 años. Tiene hijos y se llaman Prudencio de 2 años y Teodoro de 2 meses. Está en tierras suyas cerca de la Capilla de Nuestra Señora.

Prosiguen las estancias río abajo:

Estancia poblada en tierras propias del Teniente Bartolomé Gutiérrez de Paz de 27 años de edad, casado con Petrona Pérez de 22 años. Tienen hijos y se llaman Diego de 5 años, Esteban de 4 y María Marcelina de 1 año.

Estancia poblada en tierras propias del Capitán Gerardo Pérez de 50 años, casado con María Gómez de 40 años, tiene hijos y se llaman José de 28 años, Tomás de 20. Tiene una negra esclava llamada Ana de 40 años, un indio llamado Tomás de 20 años, casado con Magdalena, india de 20 años. Tiene en su compañía a su hijo Gerardo Pérez de 28 años, casado con Francisca Gutiérrez de Paz de 22 años y tienen un hijo llamado Pascual de 4 años. Asimismo tiene en su compañía a Tiburcio Pérez, su hijo de 27 años, casado con Josefa Gómez de 20 años y tienen hijos llamados Francisco de 7 años, María de 4, María Josefa de 2 y Juana de 3 meses. Asimismo tiene a su cargo tres muchachos indios llamados Lucas de 9 años, Estanislao de 6 y María del Carmen de 5.

Estancia de Da. Sabina Gómez, viuda de 60 años de edad. Tiene en su compañía a su hijo Bernardo Seco de 30 años, casado con Micaela Gómez de 28 años, quienes tienen hijos llamados Carlos de 9 años, María de 16 e Isabel de 10. Asimismo tiene en su compañía a su nieto Ramón Cornejo de 26 años, casado con María Seco de 20 años, padres de Isidro de 4 meses, Juana de 3 años e Isabel de 2 años, poblados en tierras propias".


Y continúan las estancias del Alférez Andrés Gómez, Mateo Burgueño, Lorenzo Melo, Diego Melo y otros habitantes que también son mencionados en el año 1738, en la relación que hace el Capitán Bartolomé Verdún de los soldados y vecinos que asisten en su distrito, cuya mención nos reservamos para otro trabajo más amplio relacionado con las primeras familias pobladoras del Luján abajo (6).



Bibliografía, documentación consultada y notas.
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